


8 VIVIENDA COLECTIVA Editorial Pencil Books
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8 VIVIENDA COLECTIVA Editorial Pencil. ISBN: 9788493598082
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INDEX / INDICE
[8] VIVIENDA COLECTIVA



PROYECTOS

















Product Description
8 VIVIENDA COLECTIVA Editorial Pencil Books
Volumen de gran formato en el que se aborda el tema de la vivienda colectiva en diferentes contextos y densidades. La selección se ha realizado a nivel internacional, mostrando un amplio abanico de soluciones tipológicas, morfológicas y constructivas en este mundo cada vez más global. El desarrollo de los proyectos mantiene la misma línea editorial que en las anteriores publicaciones. El análisis de la documentación gráfica (memorias, bocetos, planos, alzados, secciones y detalles constructivos) y la valoración de línea, sello de la editorial, junto con amplios reportajes fotográficos, se traduce en una máxima comprensión en la materialización de la obra. Esta publicación cuenta con la participación y desarrollo de proyectos de estudios de arquitectura a nivel mundial de tanto renombre como: Claus en Kaan Architecten, Holanda: ‘Ter Huivra Joure’ (2004), Charles Pictet FAS/SIA, Suiza: ‘Immeuble a Vandoeuvre’ (2006), TVH Arkitekten, Suecia: ‘Double House in Danderyd’ (2005), Joke Vos Architecten, Holanda: ‘Periscopen Houses’ (2006), Baumschlager & Eberle, Austria: Achslengut Residences (2002).
Format: Book
Pages: 340
Publisher: Editorial Pencil
ISBN: 9788493598082
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HABLAR ARQUITECTURA: DEL TIPO AL PROYECTO
Juan Calduch
Cuando el habitante de una kasba en las estribaciones del Atlas marroquí, o el campesino de los poblados en torno al lago Atitlán en Guatemala, o el pescador de un atolón polinesio, o el lapón del círculo polar ártico, o el residente de la conurbación californiana de Los Ángeles, cuando cualquiera de ellos decide construirse una casa sabe concretamente lo que quiere. No necesita dibujársela ni explicársela de forma detallada a quien vaya a realizarla, si participa de su mismo entorno cultural, más allá de alguna indicación genérica sobre costes, emplazamiento o cuestiones puntuales de índole personal. Pero posiblemente se quedarían desagradablemente sorprendidos si al lapón le construyeran una casa polinesia, al californiano una vivienda lapona o al guatemalteco una construcción marroquí. Porque cada uno de ellos tiene en mente la estructura formal y las características de la vivienda que satisface sus expectativas, la cual responde a la casa-tipo específica de su medio social y de su forma de vida.
La casa-tipo, como la lengua, es algo que se aprende del contexto en el que cada uno nace, que pertenece al acervo común compartido con el que se identifica y que permanece, en gran medida, inconsciente. No es necesario saber gra- mática para hablar correctamente, ni arquitectura para tener las ideas claras del tipo de vivienda deseada. El niño que balbucea aprendiendo rápidamente de forma automática las estructuras de su idioma, es capaz también de garabatear en un dibujo los rasgos esenciales de la casa-tipo que está asimilando. Como aclaran Maffei y Cannigia es en la con- ciencia espontánea donde cristaliza esa idea común del tipo, el cual “… no es un concepto de parte del objeto, no es esquema funcional-distributivo, no es estructura, no es una fachada y basta. Es todo a la vez, y todas las adjetivacio- nes que podríamos aplicar al mismo objeto”. Por eso el arquitecto que proyecta un edificio residencial, como le ocurre al lingüista que estudia la estructura de una lengua, necesita conocer la vivienda-tipo que subyace en esa conciencia colectiva si desea colmar las aspiraciones de los futuros habitantes. Surge así una singular situación. Lo mismo que el hablante si quiere hacerse entender, no puede usar el idioma a su antojo sino que debe atenerse a las leyes que lo rigen, tampoco el arquitecto tiene las manos libres para hacer lo que quiera si pretende crear una arquitectura comprensible y aceptable. No puede dejar volar libremente su imaginación o su fantasía explorando ámbitos novedosos y sorprenden- tes. Por el contrario, debe ceñirse a las pautas marcadas por el horizonte cultural en el que se mueve discurriendo por terrenos conocidos que respondan al entorno social de referencia donde trabaja. Lo que no significa, sin embargo, que se vea constreñido a repetir, necesariamente, lo preexistente en un proceso mecánico de replicas reiteradas.
A diferencia de un modelo que es necesario copiar de manera exacta, o de un prototipo que sirve para realizar todo un conjunto de objetos idénticos, el tipo en arquitectura no es algo que se haya de reproducir miméticamente, sino una estructura formal que marca la pauta y establece los límites de lo que se puede hacer, sin cerrar las posibilidades de nuevos ajustes y de cambios controlados. Los cuales, amplían con nuevos eslabones la serie tipológica. Proyectar es transgredir, modificar, afinar, acrecentar las soluciones habituales con propuestas semejantes, pero a la vez, diferentes y alternativas. En realidad, en esto, el trabajo del arquitecto se parece mucho al del poeta para el que las leyes de su idioma o las palabras comunes que utiliza no son un lastre que coarta su expresividad sino más bien un trampolín que le abre nuevas vías para encontrar sentidos inéditos a lo conocido.
Como señalan las teorías cognitivas todo conocimiento se apoya en la repetición, en situaciones que comparten cualidades semejantes, en pautas recurrentes que abren la posibilidad de comparación y de clasificación, extrayendo principios aplicables a ocasiones futuras similares. Nos encontramos en la difícil frontera y el inestable equilibrio entre la mera redundancia, que repite lo sabido sin aportar ninguna información, y la novedad absoluta que, en su radicalidad, impide cualquier conocimiento al no haber nada que la haga inteligible. El trabajo del arquitecto consiste en plasmar en un objeto específico, el edificio, la estructura formal del tipo al que se remite, dando el salto desde el nivel de lo abstracto a la realidad de lo concreto. Por eso, porque se sitúan en estratos distintos, ninguna propuesta arquitectónica puede reflejar exactamente el tipo al que se adscribe sino que siempre es una variación más sobre el mismo. Esas modifica- ciones capilares que el arquitecto introduce en su proyecto y que partiendo de lo acostumbrado y familiar cambian y alteran el tipo, paradójicamente lo refuerzan y enriquecen. Y así, la comprensión de una obra adquiere una profundidad distinta cuando la analizamos inserta en el conjunto de todas aquellas con las que comparte la misma serie tipológica, poniendo en evidencia lo que permanece constante más allá de los cambios particulares introducidos en cada caso. Es algo así como la lengua, la cual se acrecienta constantemente con las aportaciones de los poetas que la fortalecen y la amplifican a la vez.
Los tipos residenciales que reflejan nuestro mundo contemporáneo han cuajado lentamente insertándose en nuestra conciencia espontánea. Algunos han gozado de una gran fortuna convirtiéndose así en puntos de arranque ineludibles en nuestro trabajo: las manzanas de ensanche, el bloque lineal, las viviendas en hilera, la torre, la palazzina2, las viviendas pareadas… De todos estos tipos, hay ejemplos destacables en la arquitectura moderna que se erigen como hitos de referencia necesarios, guías pletóricas de posibilidades para el proyecto, cuando orientamos nuestro trabajo en la dirección apuntada por cualquiera de ellos. Y es en ese contexto donde los ejemplos que recoge este libro encuentran una comprensión diferente a cuando los consideramos aisladamente. Adquieren un nuevo sentido, precisamente, al analizarlos incluidos en las series tipológicas a las que pertenecen.
El aprovechamiento de las condiciones del lugar, la orientación y el entorno, el juego con la imagen y la envolvente, la incorporación de nuevos materiales constructivos, el ensayo de distintas combinaciones en el proceso aditivo de la configuración del edificio a partir de los módulos, la introducción de mutaciones en las soluciones estándar de referencia agregando o sustrayendo piezas y elementos, la sistematización de las retículas dimensionales de acuerdo con la forma del terreno, la explotación de las posibilidades que ofrece la morfología urbana en la que se inserta la obra, la adecuación a las, a menudo, rígidas condiciones de diseño establecidas por las normas aplicables, todo esto, es lo que le permite al arquitecto recorrer el camino que va desde la forma genérica del tipo a la singularidad individual de su proyecto.
Pero aún hay más herramientas proyectuales que los autores recogidos en este libro utilizan de forma habitual. Por- que los tipos no son algo estanco sino que admiten mezclas, amalgamas, simbiosis. Combinar torres con manzanas, bloques-corredor y duplex, viviendas en hilera y palazzine, son algunas de las propuestas posibles. Y, yendo aún más lejos, se puede llegar a establecer una singular tensión entre tipos residenciales y otros tipos urbanos como oficinas, comercios, aulas, guarderías…, puestos en mutua vecindad o encajados en las mismas unidades de actuación, como encontramos en las viviendas para estudiantes de Utrech de Köther/Salman/Koedijk Architecten, las cuales conviven con lugares de reunión y servicios universitarios. La residencia para obreros solteros y parejas con servicios comunes compartidos, levantada por Scharoun en la Siedlung de Breslau, podría ser un antecedente lejano de este ensayo de formas residenciales alternativas a partir de trabazones tipológicas.
La manera concreta en que cada autor canaliza su trabajo y las cuestiones que adquieren protagonismo despertando su interés, superpuestas sobre la elección tipológica adoptada como punto de arranque, conducen a resultados donde cada proyecto es único e irrepetible, sin que eso suponga que permanece autista, ajeno al devenir de la arquitectura encauzado por los tipos que la gente espera encontrar. Resulta destacable que los autores de las obras aquí recogidas, al explicarlas, aludatn a algunos de estos temas sin mencionar, explícitamente, los tipos arquitectónicos de los que parten sus propuestas. Tal vez la elección tipológica que está en el origen de sus diseños ha quedado oculta en su inconsciente, o tal vez es tan obvia que no les merece la pena comentarla. Y, por el contrario, creen necesario hacer patentes aquellos aspectos particulares que matizan, ajustan o singularizan su trabajo.
Las viviendas en hilera fueron especialmente utilizadas por algunos arquitectos modernos como Tessenow o J. J. P. Oud, el cual supo conjugar, con maestría, las demandas de calidad y los estándares de higiene y confort del hombre moderno con el modo tradicional de colmatar los tejidos urbanos de baja densidad. Añadiendo, además, un componente de experimentación formal que enlaza su trabajo con las propuestas plásticas de las vanguardias. Para comprobarlo basta comparar sus viviendas para pescadores en Hoek van Holland con los frentes alineados de viviendas tradicionales colindantes, o las edificaciones que rodean el barrio Kiefhoek de Rótterdam, las cuales arropan como pantalla de fondo a su intervención. Las casas en Groenoord-Zuid en Schiedam de NIO Architecten, o las viviendas Periscope en Rótterdam de Joke Vos ponen en evidencia la pervivencia de este tipo por debajo de los códigos formales y las imágenes. Por su parte, Alvaro Siza lo utilizó también para regenerar el barrio São Victor en Oporto, demostrando así que el tipo, como estructura formal, sobrevuela el tiempo, manteniendo una pervivencia que tiene un ritmo de transformación mucho más parsimonioso que los propios edificios en los que cristaliza. No puedo evitar pensar en este proyecto de Siza ante la propuesta de Charles Pictet en Ginebra, a pesar de la distancia a la que han derivado tanto una obra como la otra en la serie tipológica común que comparten.
La manzana de ensanche, con la edificación perimetral cerrando el gran espacio interior del patio, es un tipo de larga tradición en nuestro país. Si en su origen respondía a las condiciones impuestas por la ciudad burguesa decimonónica, eso no ha impedido su evolución adaptándose a las necesidades emergentes, especialmente higiénicas, reduciendo la profundidad edificable, rompiendo y abriendo la compacidad de la manzana, eliminando los patios de parcela o devol- viendo al vacío central su cualidad de espacio ajardinado dotado de servicios comunitarios. La Casa de las Flores de Secundino Zuazo en Madrid (1928), las ideas del GATEPAC para las manzanas del Ensanche de Barcelona, la Villa Olímpica en esa misma ciudad3 o la obra de Rafael Moneo junto al Urumea en San Sebastián hacen patente su validez actual y su capacidad de adaptación. La gran experiencia acumulada en este tipo aporta seguridad en el control del resultado final y da confianza en la manipulación de los instrumentos proyectuales. Es la pauta seguida en la manzana de Vallecas (Madrid) de Bunch + nodo17 donde el frente de edificación perimetral formando un basamento continuo se remata con volúmenes aislados. Y en la obra de Carabanchel (Madrid) de Dosmasuno Arquitectos, donde tanto por la manipulación de los accesos a las viviendas insinuando soluciones de corredor por la fachada interior, como por los volúmenes emergentes como consecuencia de la ampliación del módulo-base, se introducen acentos particulares en el resultado final.
Frente a este tipo que responde a una morfología urbana compacta la torre y la palazzina, con un núcleo de comunicaciones central, apuntan a una idea de ciudad abierta característica de la tradición moderna. A este tipo se remite el complejo residencial en Zurich de Adrian Streich Architekten AG con torres-palazzine de dos, cuatro y ocho viviendas por planta. En este caso, el vacío central se va expandiendo a medida que aumenta el número de viviendas dejando un patio al que vuelcan los corredores de acceso que, en cierta medida, evoca el modo en que Le Corbusier resolvió los núcleos de escaleras en el Inmueble Clarté de Ginebra.
Sin duda el bloque lineal de dos o tres crujías es el que responde de un modo óptimo a determinadas condiciones morfológicas admitiendo múltiples variaciones4. La solución más inmediata de dos viviendas pasantes por planta en cada núcleo de comunicaciones, como el proyecto de Mies en la Afrikanischestrasse de Berlín, sigue siendo un mecanismo útil para afrontar con éxito el proyecto, susceptible de derivar hacia muy distintos resultados. Este es el punto de arranque del trabajo de ACXT Arquitectos en Zabalgana (Vitoria) a caballo entre la propuesta de ensanche, donde la edificación ocupa sólo la mitad de la manzana, y el bloque lineal abierto, en este caso resuelto con cuatro viviendas por planta aunque con una sola orientación cada una. Otra modificación del mismo tipo, agrupando tres viviendas por cada planta y núcleo de escaleras, es la de Miller&Maranta en el Schwarzpark de Basilea (Suiza) dando origen a un prisma que se pliega.
A partir del bloque lineal la evolución apunta a la solución de los accesos mediante corredor con viviendas a una o dos bandas. Un caso singular de este tipo es el corredor perimetral envolvente del volumen curvilíneo utilizado por Claus en Kaan Architecten en las viviendas en Friesland (Holanda). La combinación de accesos por corredor y la macla de distintos módulos de viviendas (en una planta con diferentes dimensiones y en duplex, lo que permite concentrar los accesos cada tres niveles) tal como realizaron Le Corbusier en las Unité d’habitation u Oscar Niemeyer en el INTERBAU de Berlín, es otra solución que sigue vigente, como demuestra el proyecto de Zon-e en Noain (Navarra) donde el bloque se une por los testeros a los edificios adyacentes y que convierte este mecanismo de acoplamiento de módulos en la clave proyectual.
Duplicar los bloques lineales y agrupar los núcleos de acceso en el espacio abierto entre ellos sirviendo a cuatro viviendas por planta, da origen a un esquema distributivo en H donde las distintas piezas se pueden ir adosando hasta configurar el edificio. Es la solución de Manuel Ruisánchez en el barrio de la Trinitat Nova de Barcelona. Otra variante de este tipo, ajustando el proyecto a las condiciones geométricas del solar es la de Amann/Cánovas/Maruri en el edificio de Coslada (Madrid).
Aún hay una cuestión que llama la atención y, en cierto modo, unifica gran parte de los proyectos recogidos en este libro por detrás de sus diferencias tipológicas. Es la forma de promoción. La mayoría son actuaciones de organismos públicos (ayuntamientos o administraciones regionales) y, con frecuencia, los encargos han sido adjudicados mediante concursos. Un procedimiento que supone un estímulo y un reto al proyectista. El paso del tipo al proyecto adquiere de esta forma una dimensión distinta al venir incentivado por su carácter social y público. La arquitectura residencial refuerza así su condición de servicio a la sociedad a la que, si por un lado, tiene que ofrecerle unas soluciones que le sean comprensibles, que respondan a lo que de ella se espera, por el otro, debe ser capaz de abrir nuevas posibilidades que amplíen el horizonte de esas expectativas instaladas en la conciencia colectiva. Son, por lo tanto, proyectos que asumen el desafío de reforzar el tipo y transgredirlo a la vez.